El castigo
Si se corría perdía, y debía aceptar el castigo.
“El hotel más sexy de Ibiza”. La verdad es que lo era, y en aquella calurosa noche de verano su piscina iluminada en tonos rojizos invitaba a algo más que nadar. Abajo, en el chill out, jóvenes de ambos sexos se metían mano aquí y allá. La mezcla de calor, juventud, alcohol y hormonas estaba haciendo de las suyas.
Julia emergió de la piscina, y un millón de gotas a 28 °C se deslizaron por su piel, tostada por el sol. Aquel bañador negro tapaba lo mínimo imprescindible, y dejaba al aire prácticamente t...