Rubiecita perrita (2)

Cómo siguió mi historia con la rubiecita.

Mi rubiecita me tenía y me llevaba loco. Recién terminaba de tragarse los jugos de nuestro sexo, cómo a toda perrita le corresponde. Su ojos azules, su cara perfecta me transmitían su odio, su ira, su impotencia, sus deseos de matarme.

Me dieron ganas de poseerla por completo, de que fuese mía por completo, me faltaba su colita, su ano. La hice arrodillarse, mi pene olia a su concha, le di una buena cachetada y le ordené que me mamara. Lágrimas otra vez. La tomé del brazo, la hice incorporarse,...

Rubiecita, perrita

La encontré en la calle,la llevé a casa y disfruté de ella cómo quise. Fue mia sin tener que pagarle a ella, ni tragos ni conquistarla.

Rubiecita divina.

Hacía tiempo venía fantaseando con tener mi propia mujer. Una hembra a la que no tuviese que rendirle pleitesía, preguntarle si tenía ganas de hacerlo o sí la pasó bien durante el coito.

Salí a dar vueltas en mi coche, anduve por el centro y volví por calles interiores, por donde circulan pocos vehículos. Se habían hecho la tres y algo de la madrugada. La ví caminando sóla, era rubiesita, un metro sesenta y cinco, con muy buena figura, en eses momento me moría de ganas por...

Esclava sexual (2)

Ella tenía que aprender que era una puta. Que siempre dejaba con las ganas a todos sarandeando sus tetas y su culo. La domestiqué y la hice mi esclava.

Esclava sexual II

La observé mientras dormía. Habían pasado algunas horas desde que me había adueñado de su vida. Era rubia, linda cara, nariz pequeña, ojos azules, expresión seductora. Tenía unas tetas enormes, un culo durito y estaba en buen estado físico. Me aseguré de que estuviese bien atada y comencé acariciarle los pechos. Las manos apenas me alcanzaban, era muy sabrosa la yegua.

Abrió los ojos sobresaltada, sorprendida de verme allí, como si yo fuera su pesadilla hecha realidad. To...

Esclava sexual

Buscaba una mujer que fuese en verdad mia. La encontré y comencé a educarla.

Esclava sexual

En todas mis relaciones sexuales siempre me sucedía que era yo el que servía a la mujer de ocasión, estaba casando de esa circunstancia. Estaba manejando por la ciudad y tenía la idea fija de cambiar esa situación, de ahora en adelante quería ser yo quien sea el amo y el que decida sobre la vida de mi hembra.

Tenía que planear todo meticulosamente, el mínimo error me dejaría sin mi hembra y sin mi libertad. Estuve varias semanas observando atentamente a distintas mujeres de...