Rubiecita perrita (2)
Cómo siguió mi historia con la rubiecita.
Mi rubiecita me tenía y me llevaba loco. Recién terminaba de tragarse los jugos de nuestro sexo, cómo a toda perrita le corresponde. Su ojos azules, su cara perfecta me transmitían su odio, su ira, su impotencia, sus deseos de matarme.
Me dieron ganas de poseerla por completo, de que fuese mía por completo, me faltaba su colita, su ano. La hice arrodillarse, mi pene olia a su concha, le di una buena cachetada y le ordené que me mamara. Lágrimas otra vez. La tomé del brazo, la hice incorporarse,...