Intercambio de parejas

La mano que sostenía la polla sobre mi lengua comenzó a pajearsela encima de mi boca, yo seguía lamiendo y con mi desesperación por comerme esa polla, en un movimiento rápido conseguí cogerla entre mis labios y comérmela, lamiéndola desde el interior de mi boca, me llenaba la boca por completo, que placer joder. El tipo que la sujetaba inmediatamente sacó esa enorme polla de mi boca y recibí una hostia en mi mejilla, al momento seguidamente recibí otra Hostia en la otra mejilla.

Intercambio de parejas

Soy Elena, tengo 35 años, mido un metro con setenta centímetros de estatura, soy rubia, con un cuerpo como para ser la envidia de muchas actrices, me encanta salir de fiesta, beber y follar.

Mi marido de 42 años de edad, está de muy buen ver físicamente y trabaja en la oficina de una empresa dedicada al transporte, es jefe de departamento.

Hace tiempo que estoy con la mosca detrás de la oreja pensando en que José, mi marido está liado con una de las administrativ...

Solo en casa con una peli porno

Esta abre su boca y con la suave lengua comienza a acariciar el capullo duro de esta riquísima polla, continua lamiendo hasta la mitad y termina metiéndosela en la boca hasta donde la tiene agarrada y masajeándola su esposa, en posición de hacerle una paja dentro de la boca de la puta. El marido sigue viendo medio dormido la tv. Ajeno a todo este tejemaneje sexual.

Estoy solo y aburrido en mi habitación, han pasado diez días desde la última salida (cuando digo salida no me refiero a juerga, me refiero a la última salida que me follé en uno de mis devaneos lujuriosos).

Pongo la televisión y por más que zapeo no encuentro nada que me agrade. Cojo el móvil y busco en Google “algo que hacer una tarde aburrida de Domingo” automáticamente salen miles de posibilidades y cientos de gilipolleces como “10 cosas que hacer…”, “croquetas con jamón” y cosas parecidas que...

Espectacular orgía en el cine

Franc seguía comiéndole el coño a Petri que no paraba de moverse enloquecidamente con la polla de Jose en la boca y las certeras lamidas que le estaba proporcionando Franc en su rico y calentorro chochito...

En la sala, una mesa con cuatro clientes, dos parejas de entre treinta y cuarenta años, degustaban unas de esas cervezas belgas de abadía, junto con unas hamburguesas y algún que otro plato al centro para compartir. El más rubio parecía enfadado, con el entrecejo fruncido durante gran parte de la velada, la chica que le acompañaba bromeaba con el barón que tenía frente a ella y de vez en cuando desde mi posición veía como acariciaba su entrepierna delicadamente con su pie descalzo. La otra señorita abrazaba...