Habitación 214 (2)
Merche dirigió el consolador hacia su coño y lo paseó todo lo largo que era por toda la raja húmeda. Sintió un escalofrío al notarlo y empezó a refrotar la gorda cabeza sobre el clítoris. Gimió con desesperación y, sin dejar de mirarme, empezó a darse golpecitos con él.
Después de aquel espectacular orgasmo, Merche se incorporó con las rodillas temblorosas. Nos abrazamos con pasión, estrechándonos con fuerza entre los brazos, como nos gustaba hacerlo. Se me erizó el vello de todo el cuerpo cuando sentí en aquel abrazo su piel ardiente. Ella me miró y sonrió suspirando. Estaba inundada de una sensación de alivio muy intensa y sus párpados semicerrados lo demostraban. Yo estaba en un estado parecido, pero sin saber porqué, seguía sintiendo un hormigueo en el vientre, e...