Deseando llegar a casa.
Horas antes, la conversación que habían mantenido, había disparado ya sus deseos de carne.
Hacía rato que él jugaba ya con su verga cuando ella llegó. Sabía él que ella traía el tanga mojado y verla, sabiéndolo, hizo que su mano se moviera más deprisa.
Rápida, se desnudó y se puso a los pies de la cama separando bien las piernas para que él pudiera ver su húmedo coño. La visión lo llevó a acelerar más, jadeando ya con la boca abierta.
Enfrentados, sin dejar de mirarse, movían sus manos para darse placer. Habían hecho un pacto, estarían juntos pero en ningún momento, pasase lo que pase...