Ecos
Sabía de su lado sumiso, dominante ahora conmigo y me preguntaba ¿qué me tenía reservado? ¿Hasta dónde sería capaz de llevarme para comprobar mi entrega?
- ¿Qué voy a hacer contigo? Decía. Eres una grandísima zorra. Empieza a desnudarte.
Eso hice; lentamente me fui despojando de la ropa hasta quedar completamente desnuda ante él.
- De rodillas y manos a la espalda, ordenó.
Levanté la cabeza buscando sus ojos y un sonoro cachete me hizo bajarla.
- No te atrevas a mirarme, zorra; no mereces mirarme.
Se colocó delante de mí y bajándose la bragueta sacó su polla.
- Abre la boca, perra, dijo metiéndomela dentro; mama, no dejes de hacerlo h...