Duro

Una escena de cerdeo y fisting en un local de cruising. Llevo tiempo con ella en la cabeza y hoy me he animado a escribirla de un tirón. Espero que os mole

Duro

by Falazo

En aquel local de cruising le conocían como "El Toro". Y la verdad es que se lo tenía bien ganado. En aquel momento se pellizcaba con fuerza los pezones, uno con cada índice y pulgar de cada mano, mientras miraba levemente hacia arriba con los ojos cerrados, concentrado. Un veinteañero hacía lo posible por engullir su enorme polla, y aunque su lengua era hábil —conseguía recorrer una y otra vez el perímetro del tronco con cierta agilidad—, estaba claro que el trabajo le quedab...

Antojo de yogurín

He querido ponerme en la piel de un hombre mayor y pensar cómo puede sentirse un tío experimentado al que le apetece follarse a un chaval de 18. Espero que lo disfrutéis!

Antojo de yogurín

por Falazo

Hacerte colega del dueño del bar tiene sus ventajas. Hay uno por el que me paso bastante, un garito en la zona gay, frecuentado por gente de mi edad, entre cuarenta y cincuenta. Me gusta rodearme de adultos como yo, experimentados, crecidos pero con el mismo vicio que cuando teníamos veinte. Allí he hecho algún amigo, entre conversaciones casuales, de política, de actualidad, y por supuesto de sexo, charlas calientes, maduras, no las gracias típicas de las locas...

Escenas urbanas: morbo en el Metro

Desengañémonos: volver a casa desde el curro a las mil es un coñazo. Aunque, eso sí, no deja de ser una oportunidad como cualquier otra para experimentar un encuentro sexual tan inesperado como lleno de morbo.

Escenas urbanas: morbo en el Metro

Es uno de esos días, en que me tengo que quedar hasta muy tarde en el curro y cuando salgo ya es noche cerrada, no hay un alma en la calle (es lo que tiene aquí el verano) y me encuentro derrotado. Trabajo a las afueras de Madrid, y me espera un largo viaje en metro hasta casa.

Ha sido un día duro, hoy teníamos reunión con los peces gordos y por eso he tenido que venir trajeado. No suelo, pero tampoco me desagrada, como les ocurre a otros. La tela del tr...

Una de osos

Desde hace tiempo me dan mucho morbo los osos, y he querido hacerles un homenaje con este relato. Camioneros, sudor y mucho calor. Para leer con tranquilidad...

Una de osos

Óscar terminó de aparcar el camión, echó el freno de mano y se encendió un cigarrillo. Le gustaba relajarse después de un viaje largo, antes de descargar. Eran las cuatro de la tarde, y el sol pegaba con fuerza sobre el paisaje amarillento de Castilla. El nombre del pueblo, a estas alturas se la sudaba, era tan sólo uno más, cuatro calles mal puestas, un par de garitos y en los extremos algún mayorista de muebles. Los que le daban curro. Apoyó el codo en la ventanilla, se recostó en...

Esteban y Luis

Vuelven estos dos personajes para protagonizar un capítulo de sexo guarrete y vicioso. Espero que os excite tanto como los dos anteriores!

Esteban y Luis

A Esteban le gustaba programarse el despertador muy temprano, para que le diera tiempo a asearse y desayunar con calma. Solía espabilarse rápido, y aquella mañana no le costó abrir los ojos y, tras restregárselos un momento, incorporarse para ir a la ducha. Su cuerpo depiladito recibió el agua con gran placer, dejándola resbalar suavemente, templando cada centímetro de su piel. No podía ser un despertar más adecuado, teniendo en cuenta que iba a ser un día especialmente calien...

Darío y Luis

Continuación de Darío y Esteban (que aconsejo que te leas antes), donde descubrimos a un nuevo personaje y un inesperado placer prohibido para Darío. Que os corráis a gusto.

Darío y Luis

Sonó el despertador, demasiado pronto para Luis, como siempre. No es que le costara madrugar, pero sabía que era viernes, con lo cual su turno de noche se prolongaba varias horas, y encima le tocaba llevar y traer a toda la peña del pueblo que, al contrario que él, tenía la suerte de poder salir de juerga. Luis era conductor de autobús, precisamente la única línea nocturna habilitada el finde para llevar de vuelta a los borrachos felices a sus casas.

Hoy era un día especialmen...

Darío y Esteban

Dos tíos muy distintos, una violación consentida y dos puntos de vista... Que lo disfrutes.

Darío y Esteban

Darío se despertó con desgana, empalmado, como siempre. Se tuvo que incorporar porque el puto sol le daba en la cara. Se quedó sentado en la cama, moviendo sus músculos lentamente para irlos despertando. Dormía tan sólo con un slip. Lo levantó y su polla emergió de su escondite pidiendo guerra. Le gustaba pajearse con calma: comenzó a descapullársela con dos dedos, voy a empezar el día como dios, pensó.

Darío era un malote, uno de esos macarrillas de pueblo periférico de Ma...

Entre cómics (2)

¡Nuevo encuentro con el comiquero! Si os gustó la primera parte no podéis perderos ésta.

A petición popular, ahí va una continuación del relato con el comiquero.

Entre cómics (2)

No hace falta que os cuente la de pajas que me hice con el cómic que me regaló aquel peazo hombre que me hice en la tienda. De pensar en cómo le marcaba la camiseta, ya se me ponía dura. Me apetecía mazo volver, pero me daba no sé qué; con ese morbo que tenía el pavo seguro que se liaba a diario con chavales más atractivos que yo, lo cual no es difícil, que yo soy resultón pero no buenorro. Así que ig...

Entre cómics

¡Quién iba a decir que aquel atractivo y maduro vendedor de cómics y yo nos entenderíamos tan bien!

Entre cómics

por Falazo

Había ido a hacer un recado a un barrio de Madrid que está algo alejado de mi casa. Cuando me encuentro en una zona donde sé que no me conoce nadie, que puedo hacer lo que quiera sabiendo que no me voy a topar de pronto con un colega o un vecino, me entra una vena morbosilla y me pongo a fantasear con cualquier cosa que esté a mi alrededor; me veo sobándole el culo a este universitario buenorro, tocándome en esa esquina cuando ya ha oscurecido, o fumándome un peta e...

Una hora con mi chico

Breve relato donde os cuento cómo me calienta mi novio y lo que viene después...

Una hora con mi chico

por Falazo

Habíamos quedado en la esquina de siempre. Nos dimos un pico; los dos habríamos preferido un saludo algo más completo, pero no era el momento. Fuimos hacia su casa. Empezamos a darnos la mano a medida que llegábamos a Chueca. Pronto nos soltamos y yo le pasé el brazo por detrás de la cintura; él por detrás de los hombros: es más alto que yo. Me gusta rozarle el culo mientas caminamos así, cuando no mira nadie.

Entramos al portal de su casa. Mientras no...