La playa II: el día siguiente

Segunda parte de un relato publicado en 2013 sobre la historia de dos amigas adolescentes que se inician en el nudismo, en unas vacaciones de playa. Es recomendable leer la primera parte, “"La playa"”, para entender todo el argumento de la segunda.

LA PLAYA II: EL DÍA SIGUIENTE

RELATO DE LAIA

Desperté desnuda, sudada y con el pelo revuelto, sobre la cama apenas deshecha. Recordé la noche anterior y el fuego subió a mis mejillas. Elsa no estaba. Me levanté y me asomé a la ventana, y vi a Guille en una tumbona, en bañador, leyendo algo en la tablet. Hacía un sol resplandeciente. Me miré en el espejo de cuerpo entero que tenía Elsa en su dormitorio. Mis carrillos aún estaban encendidos. Me había acostado con una chica, vale, pero seguía siend...

La playa

Versión íntegra del relato publicado anteriormente en nueve capítulos sobre la historia de dos amigas adolescentes que se inician en el nudismo en unas vacaciones de playa.

Una mañana mi amiga y yo bajamos pronto a la playa, por el camino que cruzaba el pinar desde la casa. Nos sentíamos ligeras y contentas. Sólo llevábamos las toallas y lo justo de ropa: sandalias, tanga y camiseta de tirantes, sin sujetador. Elsa tenía quince años, como yo. Nuestras madres eran amigas de la infancia y habían alquilado dos casas contiguas en la Costa Brava, muy cerca del mar. Elsa y yo congeniamos en seguida y siempre andábamos juntas. La playa que frecuentábamos era una pequeña cala de arena...

La playa -y IX-

Desenlace de la historia de dos amigas adolescentes que se inician en el nudismo en unas vacaciones de playa.

Al fin subimos a su dormitorio. Se sacó los vaqueros, los dejó en una silla y se fue desnuda al baño, diciendo “¡me estoy meando!”. Empecé a dar vueltas por la habitación, nerviosa, sin saber qué hacer. ¿Debía esperarla de pie, acostada, sobre la sábana, debajo, en pijama, sin ropa…? Ella estaba tardando pero me pareció oír correr el agua de la ducha. Me quité el vestido y me puse un pantalón corto gris, de punto, que se ajustaba con una cinta negra, pero no la camiseta de tirantes a juego. Me senté en la c...

La playa -VIII-

Continuación de la historia de dos amigas adolescentes que se inician en el nudismo en unas vacaciones de playa.

Cuando llegamos encontramos a Roser dormida en el sofá, en pijama y con el mando a distancia de la tele en la mano. Tenía puesto un canal de videoclips, con el volumen muy bajito. En la mesilla de en frente había un cenicero con colillas, y una botella de vino y una copa medio llena. Intentamos no hacer ruido pero se despertó y nos miró inexpresiva, amodorrada. Elsa se sacó las bailarinas y se tumbó en el sofá, apoyando la cabeza en el regazo de su tía.

-Nos hemos bañado en bolas –anunció.

-Ya v...

La playa -VII-

Continuación de la historia de dos amigas adolescentes que se inician en el nudismo en unas vacaciones de playa.

Elsa, que parecía la más entera, propuso bajar a la playa y dar un paseo para despejarnos. Allí nos quitamos los zapatos y anduvimos por la orilla arriba y abajo, porque era una cala muy pequeña. La arena, gruesa como en toda la Costa Brava, estaba fría a esas horas. Las olas, bajitas, nos lamían los pies. La luna estaba casi llena y el cielo raso.  En el restaurante aún había alguna luz encendida. Elsa se quitó el tejano, lo tiró a un lado y se metió en el agua casi hasta las ingles. Llevaba un tanga de hi...

La playa -VI-

Continuación de la historia de dos amigas adolescentes que se inician en el nudismo en unas vacaciones de playa.

El restaurante que había encontrado estaba muy bien. Como la noche era cálida escogimos una mesa en la terraza, que se asomaba al mar excavada en la roca, junto a una pequeña cala. Compartimos un pica-pica de pescado, muy rico, y yo pedí lubina al horno. Guille se interesó por nuestros estudios y preguntó hacia dónde los queríamos orientar más adelante, y nos explicó brevemente en qué consistía su trabajo, algo muy aburrido sobre colecciones y tendencias en una editorial. La conversación se animó con la seg...

La playa -V-

Continuación de la historia de dos amigas adolescentes que se inician en el nudismo en unas vacaciones de playa.

Sucedieron entonces muchas cosas a la vez o en un intervalo de tiempo muy corto, pero no sabría determinar el orden. De alguna manera, las manos de Elsa se retiraron de mi sexo en un movimiento eléctrico, yo cerré las piernas, vi la cabeza de un hombre asomar por encima del seto, Elsa se levantó, yo tanteé la toalla a mi alrededor, cogí el bikini y me lo puse no sé cómo, unas voces de niño gritaban “Elsa abre, Elsa abre”, otra de mujer decía “callad, pesados”, Elsa se alejaba hacia la verja del jardín, yo m...

La playa -IV-

Continuación de la historia de dos amigas adolescentes que se inician en el nudismo en unas vacaciones de playa.

Al llegar a la casa Elsa se quitó la toalla y la tendió en una cuerda del jardín. Entró desnuda en la cocina, donde yo estaba empezando a hacer una ensalada y me preguntó si me importaba que se fuera duchando. Le dije que no. Preparé la comida y la mesa que había afuera, en el césped. Elsa vino fresquita y radiante, descalza y con las tetas al aire, con una braguita blanca muy pequeña, que destacaba su piel especialmente bronceada en el vientre. Había oído cómo se secaba el pelo y ahora lucía su melena negr...

La playa -III-

Continuación de la historia de dos amigas adolescentes que se inician en el nudismo en unas vacaciones de playa.

El sol picaba muchísimo y hacía rato que nos habíamos secado por completo. Elsa dijo:

-¿Te apetece una Coca-Cola?

Le dije que sí. Cogió un pequeño monedero y se levantó.

-¿Vienes al chiringuito?

Estaba tan asada que pensé que me iría bien moverme y le dije que “vale”. Me levanté y cogí el tanga para ponérmelo pero Elsa dijo:

-No, vamos así.

-¿Estás loca?

-Vamos, todo el mundo lo hace.

Eso era parcialmente falso. El chiringuito estaba en la otra cala y la gente...

La playa -II-

Continuación de la historia de dos amigas adolescentes que se inician en el nudismo en unas vacaciones de playa.

Aparté todos estos pensamientos y me tumbé en mi toalla, boca abajo. Apoyé mi cabeza en los brazos cruzados e intenté recordar cuántos temas tenía que estudiar para la convocatoria de septiembre. Entonces noté cómo Elsa se sentaba a horcajadas en mi culo, diciendo:

-Ahora te toca a ti.

Me cubrió toda la espalda de aceite y empezó a masajearme las cervicales, con energía pero delicadeza. Sentí un escalofrío bajando por la columna.

-¡Qué bien lo haces, no sabía que sabías dar masajes! -le di...