Déjame tenerte, princesa, yo también seré tuya
A Sarah.
Déjame tenerte, princesa, yo también seré tuya.
A Sarah
Ella encontró un escrito mío y dio conmigo. Acepté su invitación a vernos y conversar por curiosidad, por razones tan triviales como que es mujer y que tiene un nombre hermoso y antiguo.
Fue un miércoles. Yo no había tenido un buen día, no sabía a ciencia cierta quién era ella ni qué diablos quería, respondí hoscamente a sus primeros intentos de entablar una conversación trivial y civilizada.
-¿Por qué me buscaste? No escrib...