Rosa.
Llegamos al templo, la fila era infinita. Bajamos del auto y caminamos hacia la entrada, todos volteaban y saludaban, al frente iba ella a quienes todos llamaban Estela.
Con una maleta pequeña en el cual llevaba un jean, 3 franelas, algunas camisas, 2 cambios de ropa interior
,
tenis de tela un par de medias, cepillo y desodorante salí de la casa de mis padres una mañana de
invierno para más nunca volver.
Vale, exagero,
a menos
en ocasiones
que lo ameritara,
encima cargaba el resto, un jean negro, una franela bla
nca, botines de cuero y una chaqueta de lino, en la otra mano un maletín lleno
de
papeles en blanco, lápices de colores...