Furtiva en el gimnasio
No sólo se sufre en el gimnasio
Subo las escaleras y echo un vistazo alrededor. Algunas cintas ocupadas y otras tantas bicis. Y es cuando nuestros ojos se cruzan. Me sonríes, te sonrío y sigo mi camino.
Mientras hago mis ejercicios noto tu mirada clavada en mí, acechándome como lobo a cordero. No me importa en absoluto pero tampoco le doy más vueltas.
Te acercas, vuelves a irte, me miras desde la distancia. Pero no hay más contacto.
Cuando termino mis ejercicios, recojo mis cosas y me voy para el vestuario. Nuestras mira...