Áfrika (4)

Zoraida intenta por todos los medios entrar en la relación amorosa de Javi y Áfrika, consiguiéndolo con un incierto desenlace.

 Despierta Javi, despierta...

¿Qué? ¿Cómo? ¿Dónde estoy? Zoraida, Zoraida... No te alejes. ¡NO! Zoraida...

No, todo había sido un sueño, solo un sueño, y Áfrika era la que me llamaba y me besaba en el cuello, susurrándome dulzuras al oído.

 Despierta mi vida. Son más de las doce.

Me di la vuelta gruñendo molesto. Necesitaba dormir más y la hora que fuera me importaba un rábano.

 Voy a ducharme. Cuando vuelva espero verte despierto.

 Uhmmm... -gruñí otra...

Áfrika (3)

Tras la espectacular sesión matutina de sexo con Áfrika, la llegada de Zoraida trastoca ligeramente los planes pero al llegar la noche...

A lo largo de aquella mañana Zoraida volvió a llamar por teléfono un par de veces para preguntar dónde se encontraba exactamente mi casa. Al parecer había estado con no sé quién de vacaciones por toda la cosa andaluza durante más de un mes, y ahora estaba sola y por la zona. Justo antes de la hora de comer apareció por la puerta y ambas mujeres se fundieron en un fuerte abrazo que duró muchos segundos. Observé desde mi privilegiada posición cómo Zoraida movía sus manos y sus brazos en la espalda de Áf...

Áfrika (2)

Al día siguiente continúa la historia, en donde Javi ve recompensada su larga espera.

Me despertó temprano mi vejiga pidiendo con urgencia ser evacuada cuando el reloj no marcaba todavía las 08:30. Frente al excusado, y pese a las intensas ganas, necesité concentrarme y tomarme mi tiempo para comenzar a orinar debido a la tremenda erección con la que había amanecido. Cuando hube terminado, esta al menos ya no era tan dolorosa, se había suavizado algo, y no pude evitar preguntarme si había permanecido en ese estado durante toda la noche...

Hacía menos de cinco horas que había vivi...

Áfrika (1)

Un joven de 21 años intenta seducir a su novia para atenuar su enfado. Primera entrega.

Por séptimo día consecutivo llegué a casa de madrugada. Intentando no hacer ruido, pero sin la menor pausa, me cepillé los dientes en el aseo y subí las escaleras para darme la habitual ducha post-curro. Quién iba a decirme a mí que el trabajo de camarero era tan agotador cuando acepté este empleo de verano.

Al igual que otros días, antes de entrar en el baño me asomé a mi cuarto para comprobar que Áfrika efectivamente estaba allí. Pese a la tenue iluminación, pude admirar sobre mi cama su magní...