El que la sigue, la consigue
Cuando mi suegra me tendió la toalla través de las cortinas de la ducha inicié una conversación lo más natural que pude sobre la necesidad que teníamos todos los hombres de obtener un continuo alivio sexual, que ella me gustaba y que deseaba hacerle el amor. "Estás loco!" me contestó.
El que la sigue, la consigue
Cuando mi suegra me tendió la toalla través de las cortinas inicié una conversación lo más natural que pude sobre la necesidad que teníamos todos los hombres de obtener un continuo alivio sexual, que ella me gustaba y que deseaba hacerle el amor. "Estás loco!" me contestó.
La historia que empiezo ahora a escribir se remonta a bastantes años atrás, cuando una noche de amor con Cristina, mi esposa, me atreví a decirle que me encantaría hacerle el amor a Elvira, su...