Toda Suya
Es imposible resistirse a ciertas tentaciones.
Pasaba el tiempo y a él cada vez se le ocurrían nuevas formas de hacerme suya. Encontraba placer en mi sufrimiento, en mi sumisión. Nada le excitaba tanto como verme rendida a sus pies diciéndole "soy tu puta" y rogándole que me cogiera.
Y realmente era su puta. A veces no podía pensar en otra cosa que no fuere cómo sería nuestro próximo encuentro. Sentía una mezcla de intriga y miedo pero indudablemente me gustaba, y mucho. El solo hecho de recordarlo hasta hoy hace que me moje como si lo tuvie...