La sed más valiosa de mi vida.

-¿Qué pasa? ¿Por qué estás aquí a ésta hora? Sus pupilas desaparecieron bajo sus párpados. -Ah, sí. De nada por salvar tu trasero de una calificación reprobatoria

Tras una semana, en la que tuve incontable pajas, las cosas habrían cambiado para siempre.

Cada vez que intentaba ver a la cara a mi hermana, no lo podía lograr sin bajar mi vista hasta la altura de sus pechos; cada que ésto pasaba, podía imaginarme claramente su hermoso busto desnudo, pidiendo a gritos que lo observara sin ropa alguna. Las primeras veces que lo hice, mi mente no podía evitar arrojarme a una culpa enorme, culpa que no sentía desde la vez que rompí una ventana de mi casa, teniendo cinc...

Dos fotos hablan más que mil palabras.

Suspiró... -De acuerdo, yo también me voy a calmar. A ver, préstame tu celular. -¿Para qué?- Mis manos empezaron a sudar como jamás en mi vida. -¿Para qué más? ¡Para robártelo y venderlo, tonto! Con suerte me dan algo por tu cosa esa...

Eran las 3 de la tarde y madre acababa de hacer la comida. Me ordenó limpiar la mesa, acomodar los platos y avisar a padre y mi hermana que era hora de comer. Padre tiene una casa de dos plantas, por lo que decidí avisar a mi hermana desde abajo:

-¡Raquel! ¡La comida está lista! ¡Baja antes de que se enfríe tu plato!- Grité.

Esperé unos instantes para escuchar la respuesta de mi hermana, pero no hubo alguna. Con flojera y desagrado, subí las escaleras y me dirigí al cuarto de mi hermana.

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