La sed más valiosa de mi vida.
-¿Qué pasa? ¿Por qué estás aquí a ésta hora? Sus pupilas desaparecieron bajo sus párpados. -Ah, sí. De nada por salvar tu trasero de una calificación reprobatoria
Tras una semana, en la que tuve incontable pajas, las cosas habrían cambiado para siempre.
Cada vez que intentaba ver a la cara a mi hermana, no lo podía lograr sin bajar mi vista hasta la altura de sus pechos; cada que ésto pasaba, podía imaginarme claramente su hermoso busto desnudo, pidiendo a gritos que lo observara sin ropa alguna. Las primeras veces que lo hice, mi mente no podía evitar arrojarme a una culpa enorme, culpa que no sentía desde la vez que rompí una ventana de mi casa, teniendo cinc...