La Perra. Capítulo I.
Lo vi venir con un vago que momentos antes dormía en un banco, se sentaron a mi lado y me hizo poner al medio, -chúpalo- me ordenó
Al guatón Peñaloza no le quedaba bien, era el típico hombre que no estaba acostumbrado a llevar terno, no se veía cómodo, se movía como si esa chaqueta desgastada que llevaba puesta le apretase no sólo los hombros sino toda su humanidad, parecía ladearse en cada movimiento. Caminando a esas horas por la avenida Pedro Montt, tomada de su brazo, pasábamos por un padre e hija amorosos perdidos en el bullicio del mediodía de Valparaíso, pero Peñaloza no era mi padre, la primera vez que había usado mi cuerpo yo...