El vórtice y el otoño
El maduro profesor de violín y su candorosa alumna adolescente. El asombro de él al sorprenderse disfrutando inéditas sensaciones.
El vórtice y el otoño
Nada es imperioso, porque el mundo se expande desde nosotros y no hay más universo que tu cuerpo y el mío recién desnudos sobre la alfombra. Nuestras lenguas se lamen, se reconocen y entrelazan, recorren encías, labios y dientes y se chupan mutuamente. Me bebo tu saliva mientras mi sexo se endurece contra tu pubis tibio y anhelante y tus manos inquietas dibujan caminos en mi espalda. No quiero separarme de tu boca, pero no hay eternidad posible, entonces desciendo al cáliz...