Una tarde de lo más especial.

-Está bien, te reto a darme un beso, pero no un pico, un beso bien.- Al escucharlo, las mejillas de la chica se ruborizaron un poco, no se esperaba que le propusiera ese reto, si era cierto que alguna vez antes ya se habían besado, por algún otro reto, y no una ni dos veces, si no varias.

Eran las seis y media, hacía un día de perros, la calle que se podía ver desde la ventana estaba totalmente desierta, ni una sola persona paseaba por allí, algo que no era muy común. Sí bien esa calle tampoco es que fuese especialmente transitada habitualmente, lo normal es que hubiese un par de personas caminando por ella. En la acera se podían ver pequeños charcos que la lluvia de la mañana había dejado a su paso, y en el se podían apreciar las pequeñas ondas que se formaban con el impacto de las gotas so...