Aprendiendo de la vida (II)
Agradezco profundamente los mensejes que me habeis mandado. Esta historia no me he atrevido a contarla personalmente a nadie, vosotros sois mis confesores.
Aquel dia acabó casi sin mirarle y dirigirle la palabra, fue al día siguiente a la hora de la siesta que llama a mi puerta, me ruboricé y noté un pequeño escalofrio, muy agradable, por todo mi cuerpo, le hice pasar, dijo que habia pensado mucho y que aquello fue algo maravilloso, note que estaba excitado por el bulto que se reflejaba en su pantalon, yo también me sentía excitada, esta vez decidi tomar yo la iniciativa. Me acerqué y le di un fuerte beso en los labios, pasó mi mano por la cintura, cada...