Natasha, la madre de Alena I

Hablaron de todo y de nada. Natasha se sentía cómoda. No se hacía muchas ilusiones de que la cosa fuera a más, ella ya era una mujer madura y bastante mayor que él.

(Ver “La calle”)

Hacía ya tres meses que Alena trabajaba en aquel local. Después de todo el trato no era tan malo, ganaba el cuarenta por ciento de todos sus servicios y, aun ingresando menos que otras, que no habían puesto límites, o menos que ella, lo cierto es que ganaba mucho más dinero que antes. Había aprendido algunas cosas, como por ejemplo a simular sus orgasmos, no podía permitirse tenerlos en cada cliente, de lo contrario cada día terminaría totalmente agotada, solo puntualmente se dejaba i...

El cuñado (De la saga La Bella de día)

Juan palideció, mientras veía a su esposa sentarse, obediente, al lado de David. Con la mirada baja, visiblemente nerviosa.

Ana temía lo que podía pasar en la cena de Noche Buena, con su hermana y su cuñado, de los comentarios que podían hacer sobre lo que ocurrió en el pequeño burdel de Doña Mercedes, cuando resultó que su primer cliente había sido precisamente él, David, su cuñado. Sin embargo, todo transcurrió con absoluta normalidad.

Habían pasado ya cuatro meses de aquel encuentro cuando su esposo le hizo saber que David había llamado; iría a verlos después de cenar, a tomar café, por lo visto quería hablar con ellos....

Chantaje II

Bueno, es mejor que me ames, aunque ahora mismo es poco relevante para mí, en cuanto a Don Florencio era algo que podías esperar, si no de él de cualquier otro. En este caso ha sido mejor que sea él. ¿No te parece? Dora estaba callada, a punto de romper a llorar. ¿Qué iba a ser ahora de ella? ¿De su relación con David? Todo había cambiado

Estaba en la cocina cuando oyó la puerta abrirse.

  • Hola cariño.

  • Por fin has vuelto - Lo abrazó, besándolo - ¿Que tal te ha ido amor?

  • Bien. Muy bien. Hemos cerrado un trato muy importante y por lo que se tú tampoco has estado perdiendo el tiempo.

Dora se sonrojo. ¿Qué quería decir con aquello?

  • ¿A qué te refieres amor?

  • ¿Te crees que soy estúpido? Sabía de tus vicios, de tu infidelidad, de tu deslealtad conmigo. Pero no hay mal que por bien no venga, como dice el es...

Chantage I

Cuando fue a buscarla la encontró sentada en el suelo, en estado de shock, sentada en el suelo, acurrucada, con el rimel corrido. Su blusa blanca, de la que faltaban varios botones, abierta, sin zapatos, que se hallaban tirados en el suelo, junto a sus sujetadores y sus bragas rotas.

Cuando fue a buscarla la encontró sentada en el suelo, en estado de shock, sentada en el suelo, acurrucada, con el rímel corrido. Su blusa blanca, de la que faltaban varios botones, abierta, sin zapatos, que se hallaban tirados en el suelo, junto a sus sujetadores y sus bragas rotas.

  • Lléveme a casa…Por favor…Lléveme a casa…

  • ¡Joder! ¿La has violado'

  • Yo nunca violo a una mujer. Lo que ocurre es que estas putas blanquitas no aguantan la polla de un semental negro, como yo. Eso sí, la he...

Mari, la vaquita III (La degradación)

Camino de regreso Mari se dobló sobre sí misma, tapándose la cara, llorando desconsoladamente.

Amanecía, la luz del nuevo día entraba ya en la habitación cuando Belén se despertó. A su lado aquel cuerpo, aquel cuerpo al que acariciaba. El cuerpo de su vaquita.

  • Señora… ¿De verdad va a marcarme?

  • Sí. Así nunca te olvidarás de mí y sabrás que debes venir a mis pies cuando te desee.

  • Hay más ¿Verdad? ¿Cuántas llevan su marca señora?

  • Tú serás la quinta. Pero solo lo haré si tú lo aceptas. Te dolerá, aunque solo por un corto espacio de tiempo. Antes aún tengo que hacer algunas...

Mari, la vaquita II (La sumisión)

Había conseguido que se convirtiera en una sumisa, su sumisa. Por otra parte consiguió que cogiera seguridad en sí misma, en que realmente podía ser atractiva a los hombres...

No había necesitado ni tres semanas para convertirla en su sumisa. Había días que la trataba como a una simple sirviente, como si entre ellas no hubiese más que una relación profesional, por llamarla de algún modo. Otros, por el contrario, la calentaba, lo cual no era nada difícil, siempre haciéndola sentir deseada, esto era importante, siempre tratándola con cariño después de haber recibido placer de ella. Había hecho que se depilara totalmente. Cuando ella llegaba a casa quería que la recibiera sin sujeta...

Mari, la vaquita I (La seducción)

Una chica joven, con la autoestima por los suelos era. por decirlo de alguna manera, una presa fácil, además le apetecía una vaquita.

Mariano era su empleado más fiel, siendo como era divorciado su dedicación a la empresa era total. Creía, que era el único que sabía de su lesbianismo y de sus peculiares gustos sexuales, al igual que ella de los suyos, aunque algunos empleados algo debían de sospechar, de una mujer de 42 años de la que no se conocía pareja en su vida. Aquella mañana habían estado despachando temas y ya iba a levantarse para salir de su despacho cuando Belén, por pura cortesía, le preguntó por su hija.

  • La verdad es...

La calle

Al llegar a su casa haría lo que otras veces; mirarse al espejo, muy maquillada, con el torso desnudo, imaginando lo que harían con ella. Terminaría, de seguro, masturbándose...

La noche era cálida, después de un día bochornoso, cálida y estrellada.  Aquella semana era la segunda vez que pasaba por aquella calle, alejada del centro, con su Nissan Note negro, de segunda mano; su sueldo de maestra no daba para más, para aquel coche y un pequeño pisito en el extrarradio, pero a sus veintisiete años Alena ya habia podido emanciparse y dejar de compartir piso con otras personas, como había tenido que hacer hasta hacia poco.

Sus paseos nocturnos por aquel lugar se habían convertido...

La pareja perfecta

Insistió que quería verla con otro, follando con otro, la verdad es que no le apetecía ni lo entendía, pero al final accedió para complacerlo, aunque seguía haciéndome poca gracia.

Llevaban diez años casados, ella tenía veintinueve cuando lo hicieron, aún se conservaba bien, con un buen cuerpo, que había cuidado, de nalgas aun tersas y pechos quizá poco grandes para el gusto de algunos hombres, pero bastante firmes, se cuidaba para él, sí, pero también porque le gustaba, le gusta aún, que los hombres la mirasen, aunque no hubiera permitido que alguno hiciera algo más que esto. El, la verdad, a sus cuarenta y cuatro, había criado algo de barriga cervecera y no podía esconder su sobrepe...

La hija de Laika y su papi

Me hubiese levantado para irme cuando lo vi. Cuando vi quien era. Dios mío, mi propio padre.

Sí, ya sé, lo hemos hablado muchas veces con mi madre Lena. Laika como le llaman algunos. No somos prostitutas, pero me atrajo lo que me propuso Javier, el dueño de El Club. Por lo visto iba a  organizar un evento

por encargo de un socio, dueño de un Hotel.

Solo hombres de absoluta confianza, la mayoría personas importantes venidas de otras localidades, aunque no todos, también algún conocido del dueño del Hotel. Se trataba de una fiesta o como quisieran llamarlo, de contenido sexual, pero en el...