Sobre Jose y lo que nos gustaba V
La resaca me obligó a dormir una siesta en aquella casa con la única compañía del hermano menor de Jose, Nacho.
Al llegar a la puerta de su casa llamamos al timbre, con mejor resultado que la vez anterior, una mujer de unos 45 años abrió la puerta, debía tratarse de su madre. Jose me la presentó, así era. Estaba terminando de hacer la comida, y tras algo de conversación y poner la mesa, su padre llegó con su hermano y me los presentó casi entrando en el comedor.
Me senté a su lado, la mesa era ovalada y grande, por lo que a pesar de estar uno al lado del otro nos separaba una gran distancia. Echaba de menos...