Desnuda
No hay nada como una playa nudista para sentirse libre.
La brisa recorre mi cuerpo desnudo. Aún es temprano, el sol reserva sus fuerzas para más adelante.
Estoy con los ojos cerrados, disfrutando del goce de los otros sentidos: la música del mar a mi derecha, relajándome junto a unas pocas voces madrugadoras que charlan animadamente y alguna que otra gaviota somnolienta; el olor del salitre, inundando mis pulmones cada vez que inspiro profundamente y arañando al escapar recuerdos apagados de mi infancia; el tacto suave del aire sobre mi receptiva piel, tod...