Una madre comparte el paraíso con sus hijas.
Nadia, mi pareja sumisa, me pide que explique a sus hijas, Elena y Marga, cómo la someto y por qué ella lo necesita y disfruta. Poco a poco lo van entendiendo y cada vez quieren más.
La siguiente historia se basa en hechos reales y la cuento tal y como la recuerdo. Nadia, a quien he cambiado el nombre por motivos evidentes, la ha leído antes de enviarla y, salvo algún detalle, la recuerda más o menos así.
Conocí a Nadia a través de internet, chateando en una sala de BDSM. Ella había tenido alguna experiencia, no muy allá, debo decir, lo cual no impedía que estuviera totalmente enganchada a la idea de ser una sumisa ejemplar. Yo soy una persona metódica, y una vez que cogimos confi...