El abrigo
Encuentro por casualidad a mi vecina de enfrente, a la que vi desnuda por la ventana. Y la sigo, para llevarme una sorpresa calentísima
Solo había salido de casa para bajar el vidrio al contenedor. La temperatura había mejorado y era lo que podríamos llamar una agradable mañana de diciembre, soleadita. Desde la calle, terminada mi cívica tarea, levanté los ojos hacia la ventana del tercero del edificio frente a mi casa. Desde que, días antes, vi a aquella diosa exhibir sus tetas para mí, no fantaseaba con otra cosa que volver a contemplarla, sin éxito.
Y la fantasía se hizo realidad al otro lado de la calle. Del portal de la casa sali...