El guante
Una mirada entre las pestañas de sus ojos bajos le advirtió que el sexo de su amo había despertado. Duro y erecto, se erguía como un peligroso carnívoro a punto de saltar sobre su presa.
EL GUANTE
Nicole, miró a su amo y señor que tendido en el gran lecho la observaba. Desnudo, las piernas semiabiertas, relajadas. Su poderoso falo aún fláccido, las manos bajo la nuca y una leve sonrisa de expectación en la boca.
De pie ante la cama Nicole llevó sus manos enguantadas a la espalda y empezó a desabrocharse los diminutos botones nacarados del vestido blanco de muselina que él le había regalado. El blanco radiante, purísimo, del vestido realzaba su tez morena, contrastaba con el...