El Cortijo de la Encina
Tres jovenes jornaleros comienzan a trabajar el verano en la recogida de la aceituna. Y no sólo de trabajo vive el hombre
La furgoneta que llevaba a Bartolomé al Cortijo de La Encina debía de tener al menos diez años. Vieja y ya sin el color original, que debía haber sido de un gris claro, ya daba cuenta de la utilidad que le había sido dada: transportar a los jornaleros a los olivares por polvorientas carreteras.
Bartolomé con diecisiete años, fuerte y rudo, había sido uno de los pocos afortunados que conseguían trabajar en La Encina como temporero. Sus músculos fuertes y sus espaldas anchas relataban una vida de d...