Limpieza

Me agarró de la cintura y me tiró al suelo para luego colocarse encima de mí entre mis piernas. Se apoyó en su codo izquierdo para que yo no tuviera que cargar con todo su peso, su mano derecha se aferraba a mi muslo levantándolo ligeramente de forma que también abría más mis piernas. Su boca besaba mi cuello y yo solo podía sentir como mi respiración era cada vez más pesada y zumbante, abriéndose paso hacia los jadeos.

Mojada, sudada y cansada. Había sido un día largo de limpieza y el calor –tan característico de mi país en todas las temporadas del año– hacía que mi ropa se me pegara al cuerpo y me hacía sentir incómoda. Entre en la habitación que estaba habitada por la penumbra debido a que las ventanas estaban cerradas, aunque ya estaba oscureciendo así pronto no habría diferencia. No le di importancia y dejé la luz apagada, prendí el ventilador y me coloqué justo debajo de éste.

Hoy no había sido un buen día. Mi...