La tentación es grande.
Lo que pasaba en la casa era un cuento de nunca acabar, todos los días la veía andar con ropa ligera, siempre se sentaba en una silla o en la sala con las piernas abiertas cuando yo estaba presente, o me daba besos cuando me encontraba con ella en el pasillo o me abrazaba por atrás cuando no había razón, siempre vistiendo con ropa ligerita, que no me dejaba nada a la imaginación. Trataba de mantenerme ecuánime, a pesar de sentir que me hostigaba, no quería ver a mi hija con deseo.
A principios del mes de marzo recibí una llamada de mi hija la mayor, anunciándome que iba a pasar la semana santa una de mis hijas, me dijo que no sabía cuál, pero me pidió que estuviera pendiente de su llegada, yo le pregunte ¿Qué porque era eso?, ella me contesto, que porque ser irían con su mama a Chihuahua a visitar unos familiares de su mama, bueno, y que todavía no sabían quiénes de las tres iban acompañar a su madre, buen yo le dije, ahí me avisan para esperarla el día y lo hora indicada.
Pasa...