Tercera enseñanza
No hace mucho los tiempos cambian deprisa se celebraba la puesta de largo de las nenas con una gran fiesta y luego algunas madres llevaban a sus jóvenes damitas a un prontero, que las enseñaba lo único que no se puede enseñar en las escuelas ni en la familia.
No hace mucho —los tiempos cambian deprisa— se celebraba la puesta de largo de las nenas con una gran fiesta y luego algunas madres llevaban a sus jóvenes damitas a un prontero, que las enseñaba lo único que no se puede enseñar en las escuelas ni en la familia. El prontero se encargaba de desvirgarlas con mucho ten y de enseñarles las cuatro reglas básicas en el caso del amor, todo a cambio de una módica cantidad. En cada barrio había uno por lo menos. Unos tenían mejor reputación, otros peor, como en todo,...