Aura
Cierra los ojos, y posa suavemente sus labios en los míos. Es un beso leve y tierno, el que podría esperar de una hija de familia de no mucho más de 20 años, no de una puta.
Otoño, mal tiempo para mí. El cielo plomizo parece imitar mi estado de ánimo. Las ramas de los árboles, que hace tiempo ya dejaron morir el verdor que las alegró en verano, son como una alegoría de mi vida: sin savia vital, moviéndose al impulso del viento helador de noviembre.
Por más que no, no son correctas las metáforas: puede que mañana, quizá pasado, el cielo será de nuevo azul, y las ramas esperan una nueva primavera, en la que vestirán de nuevo la pelusa esmeralda de su renacer, para lue...