Recordar es volver a vivir
Mil y una peripecias que se hacen para lograr cumplir una fantasía.
Esta historia arranca después que mi esposa Chayo y yo decidimos variar nuestra vida íntima que dicho sea de paso, ya se había vuelto aburrida. Pienso que era porque mi mujer estaba tomando la píldora. Ya teníamos dos niños y no queríamos otro tan pronto. Yo siempre he pensado que encajo dentro de los voyeuristas o fisgones. En este tiempo ella tendría unos 27 años, un cuerpazo tremendo, sobre todo sus nalgas, bien paraditas, sin celulitis, piel tersa, chula ella. Tenía muy buen trabajo en una caden...