Con mis chicas, el sexo no tiene límites (2)
Lorena y Mónica se desiniben por completo y se comen mútuamente sin dejar de probar ninguno de sus agujeritos.
A la mañana siguiente me desperté sobre las once de la mañana, era sábado y no había que trabajar. Me duché y me vestí con un vestido de verano, estampado de flores que ví un día en un puesto de los hippis que compré, ya me había terminado de instalar, y aún no conocía a mis vecinos (bueno, a una de ellas si que la conocía). Salí de de mi piso y me dirigí a la casa de los padres de Mónica. Quería conocer a mis vecinos, llamé a la puerta y salío una mujer de unos cuarenta años, pero que los llevaba muy...