Calor, fútbol, amigos y desenfreno.
Una encerrona de Mario hace que el juego de la exhibición llegue más allá de lo que nunca antes hubiésemos imaginado.
Aquel fin de semana el calor era horrible. Apenas había entrado el mes de junio, pero la temperatura que llevábamos días padeciendo hacía que las tardes se volviesen poco más que una tortura. A pesar de ello, como el causante de aquella calima insoportable era un sol radiante que nos regaba con sus rayos casi a diario, yo había decidido aprovechar la coyuntura para conseguir un bronceado prematuro que me permitiese llegar al verano con parte del trabajo ya realizado.
— Voy a ver el partido —anunció Ma...