Volver atrás
Empezaba a sentir la necesidad de que una mujer se pusiera cariñosa conmigo, y el azar quiso entonces que una amiga simpática me llamara por teléfono con ganas de verme. Me gusta mucho cómo me escuchas, me dice siempre. Es que me encanta tu lengua, respondo yo.
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Esta historia breve ocurrió apenas dentro de un coche. Después de unos meses de soledad aplastante, esa maldita circunstancia que te desinfla y te reconstruye, empezaba a sentir la necesidad de que una mujer se pusiera cariñosa conmigo, y el azar, buen tipo en esta ocasión, quiso entonces que una amiga simpática me llamara por teléfono con ganas de verme. Yo supe enseguida que eso de verme era un decir. Me gusta mucho cómo me escuchas, me dice siempre. Es que me encanta tu leng...