Mis agujeros, sus vergas...
Sentí las manos de todos ellos sobre mi cuerpo, sobre mis senos, pezones, algunas pequeñas mordidas y sus manos recorrer cada centímetro de mi piel.
Regresé del cine algo tarde, no era lo planeado, pero así se dieron las cosas, la cena con mi amiga se alargó por lo que entramos a la última función. Estaba cerca de casa por lo que no vi la necesidad de tomar un taxi y caminé a casa, siempre pensando en que no tendré la necesidad de utilizar mis clases de defensa personal.
Tras ese pensamiento sentí unos pasos a mis espaldas y aceleré entonces los míos, al tiempo que buscaba entre mis cosas algo para defenderme esperando también no necesitarlo.
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