Ya no te soltaré

Nuestro primer encuentro sería al otro lado de la cordillera, todo estaba previsto. Me había dicho que una vez allí, ya no sentiría vergüenzas....porque nada dependería de mí.

El vuelo despegó puntual como estaba previsto. Mis mariposas estaban alborotadas, desde ese último mensaje recibido en la sala de embarque: “me importa una mierda, con quien viajas… aquí llegas sin bragas, y con el plug anal colocado! Y esa es tu última tarea. Luego estarás en mis manos. Y ya no tendrás nada que hacer”.

Ese día volábamos a Chile, con un grupo de 8 personas entre amigos y familias. Las carreras eran el leit motiv para los viajeros, bueno, para todos menos para mí. Yo iba a otra cosa. Y...

Pronosticaron lluvias....

-Póntelos ahora!.- fue todo lo que dijo, y cortó la comunicación.

-Me llueven los ojos. – dijo.

Yo ya no podía verlo, mi vista se había nublado hacía rato. Los recuerdos del pasado, nos estaban invadiendo y no podíamos…no podíamos,  o no queríamos,  eludirlos. Siempre vuelven. Están ahí. Conviven con nosotros. Son parte de nuestra historia, son parte de nuestra vida. Nos amábamos. Éramos niños, luego fuimos jóvenes, casi adultos, y ninguno de nosotros sabía que estábamos definiendo nuestras vidas. Esas decisiones que se toman, con la liviandad propia de la edad, con...

Cuándo, cómo, y dónde?, lo decido yo.

"como te pones conmigo, creo que ni yo lo sé. Creo que en poco tiempo pasarías a un nivel que ni siquiera sabes que existe. Y yo creo ser un buen conductor para ti"

La fiesta de cumpleaños había sido un éxito. Todos habían participado, cantado y algunos hasta habían bailado. Ahora solo quedaban los cadáveres de algunas botellas de whisky, y dos o tres botellas de cerveza. Había llegado el momento, de retirarse a descansar. Cuando se marchó el penúltimo invitado, mi familia, se había despedido cariñosamente de mi viejo amigo, y de mí, como para que pudiéramos despedirnos tranquilamente, tal vez evocando algún recuerdo…

-          Que bien  lo pasamos, no? –rompió...

Brindo por tí....y por tu nuevo....estado civil.

Y lucho por convencer a mi camisa de que permanezca cerrada, sobre unos pechos que no dejan de subir y bajar al ritmo de mi agitada respiración

Ella era la visita. No se esperaba que fuera ella quien diera el primer paso. Y así fue. Se quedó muy tranquila en el cuarto que le había sido asignado, lamentando no haber dado algún indicio de sus intenciones.

Qué diantres! Acaso haber golpeado a su puerta para pedirle un lugarcito por una noche, ¿no era buen indicio? Haber elegido la noche, en que su esposa sale con…amigas, ¿no era toda una señal? Incluso, lucir ese camisón corto de seda natural, color carmesí, con finos breteles que insistían en c...

Exageramos?

Pero no hablaba, solo me miraba. Sus ojos querían decirme algo. Yo presentía que algo diferente estaba pasando por su cabeza. No era la mirada traviesa de siempre, tampoco era la mirada preocupada, ni siquiera era esa “cara de poker”, que yo tanto conocía, de nuestras sesiones de chat. Sus ojos tenían un brillo diferente. Pareciera que hacía rato que había planeado este miniencuentro en el cuarto de la luna.

“Decime algo que te parezca exagerado”, me dijo.

Al principio, dudé. ¿Algo exagerado?, pero por más que me esforzaba, lo que no podía pensar era en algo que no fuera,  exagerado!

Consideré nuestro amor infantil…había durado cinco años, que para un niño de 10 o 12 años, es un montón…y me dije….fue dulce, muy dulce….pero cinco años???... tal vez fue un poco exagerado, pero sumamente disfrutable.

Después pensé en el tiempo alejados….y fueron como 20 años…en los que cada uno hizo un montón de...

Mala energía de las antenas

Mi cuerpo hablaba por él mismo, pedía más fuerza, o más volumen, o más velocidad, o todo junto… y como si hubiera sido Pablo, quien leyó mi relato…. agregó dedos a su trabajo….

Y allí estaba yo, tirada en la cama, bien arropadita, con mi albornoz de chenyl, enorme, y super abrigado, que me cubría desde los tobillos, hasta el cuello y la netbook, sobre mis piernas.

-          ¿qué hacías? – me dijo Pablo, al llegar.

-          Navego…¿sabías que Mario tiene un facebook nuevo? – pretendí desviar la atención.

Mi corazón latía imparable, hasta hacía dos minutos, estaba metida en una de esas charlas,  exquisitas, y super candentes que suelo tener con él.  Los latidos...