Clara y Larisa: primera vez

Una venganza lleva a unas mujeres a experimentar nuevos placeres.

I

Del otro lado de la puerta se alcanzaban a escuchar las exhalaciones de un hombre y los refunfuños de una mujer. Estas últimas fueron en aumento hasta hacer resonar el eco del pequeño lugar donde se encontraban encerrados. Al poco tiempo se abrió la puerta y salió Valentina haciendo un gesto desagradable, casi al borde de las lágrimas. Afuera la esperaba Clara, que sonrió descaradamente y se llevó la palma a la boca para no soltar una carcajada.

Durante la reunión habían llevado demasiado le...

Gloria en las nubes

Unas amigas plantean una fantasía para hacerlo en el avión que termina por convertirse en una placentera realidad.

Comenzaba a quedarse dormida, la ensoñación la hacía sentirse en el cielo, avanzando entre las nubes. Pero en algún momento sus manos ya no tomaban el timón, se apoyaban sobre alguna pared de la cabina del avión, conteniendo el balanceo de su cuerpo. No podía conciliar el sueño sino hasta que exprimía el líbido que la invadía. Retraía sus piernas y por debajo de sus braguitas deslizaba su mano.Gloria trataba de no pensar en la idea, pero su trabajo no le permitía alejarse de ella, desde que había entrado en...

Corazón rosa

Un atacante sexual acecha la ciudad. La detective que lo rastrea descubre su asombrosa identidad cuando queda a su merced. Su cuerpo no escapará al tormento que le tiene preparado.

Soportando su cabeza con el brazo que se recargaba en el escritorio, tomaba apuntes sobre una libreta la detective Lorena López. Su pelo castaño y quebrado se extendía por debajo de sus hombros, atrapado por una cola de caballo que nacía a la altura de su cuello y era ceñida por una liga. Su mano derecha escribía con determinación y se detenía tan sólo para sacudirse la manga de su cazadora de piel que se atoraba de vez en cuando sobre el filo del escritorio. La otra mano sostenía su cabeza, de forma medita...

Regalo en la oficina

El poder de manipulación de Érica será desafiado con un regalo inesperado.

Al final del pasillo, iluminado todo aquél espacio por alumbrado artificial,entre paredes corrugadas y puertas de cubículos, se encontraba Érica en su escritorio, atendiendo llamadas y haciendo anotaciones en su ordenador. La pantalla se reflejaba en el cristal de sus anteojos, gruesos, de pasta; tras ellos estaban unos ojos redondos y negros que se movían atentos al avance del cursor.

Una nariz pequeña y respingada coronaba unos delgados labios violáceos que constantemente se fruncían, como encerrand...