El Mucamo

Pero la realidad fue distinta. Me avergüenza contarla, pero ella insiste en que debo dar testi-monio de mi degradación y yo…, sencillamente obedezco. La misma noche de la boda, tras un breve festejo entre los más íntimos, nos refugiamos en la habitación del hotel. Partiríamos por la mañana a Tailandia. Perdidamente enamorado, le dije.

El Mucamo

Salí muy orondo del Registro Civil con mi flamante esposa colgando del brazo. Tener a mis 52 años una mujer tan joven y hermosa era motivo de orgullo. Ella tenía apenas 19. Una niña casi. Bella por donde se la mire, alta, fina, elegante y con un cuerpo escultural. Yo era dueño de una obra de arte. Me sentía como esos millonarios que poseen un valioso cuadro y lo exhiben envanecidos ante sus selectas amistades. Luego de un corto viaje de bodas, viviríamos en mi lujosa residencia de Barcelon...

Zapatos y sumisión

Ordeña a los hombres en sus zapatos, luego se los calza y se yergue triunfante sobre la simiente de sus amantes. Es alta y majestuosa. Pisa descaradamente sobre el jugo masculino

A mi esposa le da lo mismo que la llame Ama o que le diga cariño . Tampoco me insulta y raras veces me pega. Eso sí, cuando lo hace —con un buen motivo...o no— me deja desfigurado. En los años que llevo a su lado, que no son muchos, me he sometido hasta el extremo de perder mi propia personalidad. No es una expresión literaria. Realmente carezco de personalidad. Vivo pendiente de sus gustos, apetencias y caprichos. Siento lo que ella siente. Sé cuando desea comer, beber o follar. Con solo escuchar el p...

El Príncipe

Golosamente acercó la mano a su boca y, ante la mirada escandalizada del príncipe, sorbió todo el esperma. El sonido de la fuerte succión fue ahogado por la música del salón..., pero

EL PRÍNCIPE

El heredero del trono se aburría soberanamente, pero procuraba disimularlo. El Gran Salón de Ceremonias estaba repleto. Era el día de Gracias al Señor. El príncipe estaba rodeado de aduladores y su insustancial palabrerío. En el otro extremo del enorme salón, su mujer, la princesa, parecía sufrir lo mismo. Sus miradas se cruzaron fugazmente. Más tarde se entenderían mejor retozando a solas en el lecho.

Con la excusa del lavabo el príncipe pidió disculpas y se alejó del grupo.

E...

El Doctor

Mientras tomaban juntos el cafecito de la tarde en una pausa del trabajo, el doctor acarició la pierna, enfundada en nylon negro, de su enfermera-secretaria-amante.

El doctor

Mientras tomaban juntos el cafecito de la tarde en una pausa del trabajo, el doctor acarició la pierna, enfundada en nylon negro, de su enfermera-secretaria-amante. Ella estaba sentada en su escritorio con la falda recogida y sus pies, calzados en asépticas zapatillas blancas, se apoyaban en la entrepierna del doctor. A ella no le importaba que fuera casado, lo disfrutaba más tiempo en el consultorio que su esposa en la casa. Le gustaba follar con él. Lo hacían todos los días de consult...

Alexia

Así fui violado en mi propia casa. Quedé agotado. Demoré un rato en recuperarme. Desde ese día adquirió la costumbre de palparme los huevos...

ALEXIA

Cuando nuestra condición de cornudos se hizo oficial no nos tomó de sorpresa. Estábamos  preparados. Desde la adolescencia para ser exactos cuando Alexia se apoderó de nosotros. Íbamos a la misma escuela. Mi hermano mayor, July estaba en un grado superior, cosa que no fue obstáculo para que ella se lo devorara junto conmigo. Era la escandalosa de la escuela. Enseñaba sus genitales a todos los alumnos sin un ápice de vergüenza. Las chicas estaban horrorizadas pero no dejaban de asistir a los eve...

Catalina

..., pero no era una novia ni un ángel. Como pude saber luego, el mismísimo Satanás sería un ángel a su lado.

CATALINA

Me dicen Cata, tengo 26 años, soy lesbiana y sumisa. Claro que sumisa se entiende como un juego de roles reservados para los momentos sexuales con mi amante. Fuera de ellos, mi actitud frente a la vida es de absoluta realidad.

Esta misma realidad caería sobre mí como un alud. Mi sumisión alcanzaría niveles jamás sospechados, ni siquiera soñados. Todo sucedió en una tarde y nuestras vidas fueron otras.

Soy abogada y trabajo en el estudio de mi padre, doctor en derecho. Una em...

Recuerdos de la adolescencia

En una sesión de terapia pude recordar como me convertí en un sumiso objeto sexual de la voracidad de las mujeres.

RECUERDOS DE INFANCIA

Mi amigo Carlos —cuando vio mi deplorable aspecto, luego de haber sido humillado y corneado por mi propia esposa el día de la boda—me recomendó acudir a una terapeuta para tratar lo que a él llamaba..., mi enfermiza relación con las mujeres.

La psicóloga que me asignaron era una mujer madura, guapa, vestida con un elegante tailleur negro, zapatos de tacón y mirada severa. Me invitó a recostarme en el diván. Ella se sentó de frente y cruzó las esbeltas piernas cerc...

Una experiencia alucinante

Nunca supuse que la venta de un seguro me dejaria esclavizada de por vida a otra mujer.

UNA EXPERIENCIA ALUCINANTE

Soy directora de La Continental Seguros de Vida SA, con sede en Barcelona. Llevo allí 22 años de los 43 que tengo, ha sido mi primer y único trabajo. Soy casada con dos hijos. No soy una belleza, pero tengo buena apariencia. Mi marido es una buena persona, fiel a sus convicciones, moralista y católico. Un matrimonio sin grandes estridencias. Todo era normal, quizás demasiado, hasta que recibí el encargo de visitar a una acaudalada señora que deseaba tomar dos seguros de vida...

Entregado por completo

Un simple paseo por la playa que terminó por degradar mi orgullo

ENTREGADO POR COMPLETO

Un simple paseo por la playa que terminó por degradar mi orgullo

y ser devorado por una avasallante mujer.

Relato estos sucesos hundido en la ignominia total. He perdido todo, mi personalidad, mi orgullo y mi brillante profesión médica. Jamás pude volver a amar a una mujer y mi esposa, harta de esperar, finalmente me abandonó.

Todo comenzó durante el verano en las playas de Mar Bella de Barcelona. Acostumbraba acudir cuando mi esposa pasaba el fin de seman...

La que se viene

Los hombres del siglo XXII eran esclavos por naturaleza. No estaban forzados sino avasallados. Fisiológicamente y culturalmente hacían lo que siempre habían deseado...

LA QUE SE VIENE

Los hombres del siglo XXII eran esclavos por naturaleza. No estaban forzados sino

avasallados. Fisiológicamente y culturalmente hacían lo que siempre habían deseado

y su ridícula moral se lo impedía: servir a las mujeres.

A mediados del siglo XXII las cosas eran muy diferentes. Los cambios que surgieron a comienzos del siglo XX comenzaron a hacer su efecto y se mostraron en toda su magnificencia, o mejor dicho, en toda su brutalidad a partir del 2250.

Las m...