Inicios

Dos amigos descubren otras formas más íntimas -y excitantes- de relacionarse

La idea que originó esa tarde fue mía. Lo que supuestamente haríamos era completamente inútil, pero muy morboso: afeitarnos mutuamente el vello púbico. Pensé, además, que sería la ocasión perfecta para continuar con lo que, sin querer, habíamos empezado una semana antes con un beso inesperado.

Él acababa de cumplir los dieciocho años y yo ya los tenía desde hacía unos meses. Nuestra amistad había empezado en el liceo un par de años atrás. Supongo que siempre nos sentimos atraídos el uno por el otro, p...