Colegio de Monjas
Dos chicas juegan a atarse pero se llevaran una sorpresa.
Colegio de Monjas
Estudié interna en un siniestro colegio de monjas hasta los dieciséis. El único macho dentro de aquellos fríos muros era Segismundo, el viejo jardinero gordo, al que llamábamos "Segis" por delante y "el inmundo" por detrás, porque siempre tenía las manos manchadas de algo. Con tan poco para escoger era lógico que siempre estuviéramos pensando en los chicos y que practicáramos todo tipo de juegos sexuales con lo único que había a mano, o sea, otras chicas.
Ni a mi amiga E...