Dolor y placer

La dominación de mi amante sobre mi me impide pensar si esto es correcto, pero no puedo negarle cualquier cosa que él me pida. Soy suya. Y ahora, soy de ustedes.

Tengo un amante del otro lado del mundo. No me pregunten cómo nos conocimos, porque pensarían que esto es un cuento fantástico.

Este amante que apareció de repente, me mostró otra cara del placer: el BDSM. Un día se acercó a mi cuerpo y se apoderó de mi mente. Abrió mis ojos por primera vez y me reconocí como una sumisa sin saber cómo fue que llegué a sus pies. Sólo sé que no podría renunciar a él y la forma como domina todo lo que yo pretendía conocer.

Cuando nos conocimos, me miró fijo y supe...

De tanto leer se antoja hacer.

De tanto leer, se me antojó coger con mi primo. Al final todo quedó en familia y me llevé un premio por mi gran dedicación.

De tanto leer se antoja hacer.

Me encantan los relatos eróticos. Cuando era pequeña, encontré escondidas unas novelas que mi mamá leía en la cocina. Eran esas historias que hoy llamaríamos “hot mom”.  Por eso cuando encontré esta página, no pude dejarla. Me gustan todos los relatos, pero últimamente me calienta mucho leer el sexo entre primos. Me parece que no es tan grave, como hacerlo con tu hermano o con tu padre, o quizá solamente es mi forma de no sentirme culpable.

Pues de tanto leer,...

Para coger en la oficina

Mi compañero de trabajo me aplica la ley del hielo, sin saber que desde hace mucho quiero coger con él en la oficina.

No sé qué esperar de este hombre.

La tensión sexual que sentímos desde que nos conocimos en el trabajo, la hemos desfogado un par de veces que nos quedamos solos en la oficina. Sin embargo, esos encuentros calientes fueron interrumpidos de repente cuando mi esposo llegó por mi sin avisar. Nunca nos ha cachado, al menos eso creo. A estas alturas, me parece que mi esposo sospecha que me gusta demasiado el sexo y que no puedo evitar comerme un pedazo de carne si tengo la oportunidad. En casa soy tan...

La segunda cita

Cuesta admitirlo, soy adicta a sus palabras, a sus caricias, a su voz quebrándose cuando termina dentro de mí.

¿Llegaría?

La duda estaba justificada, la cita se acordó cinco días atrás y desde entonces no tenía contacto con él. Más que una duda, era casi una certeza de que mi cuerpo, mis ganas y mis ansias se quedarían esperándolo. Cuesta admitirlo, soy adicta a sus palabras, a sus caricias, a su voz quebrándose cuando termina dentro de mí.

Me estoy arriesgando con ese hombre, tengo mucho en juego. No nos conocimos para esto. Y, aun así, él me hace vibrar de una forma que no comprendo y que he permiti...