Gigoló
No hubo una despedida, palabras de aliento, agradecimientos ni incómodos silencios innecesarios Así debería ser el sexo, una transacción que procure un placer sin acarrear amargura.
O tra noche más en la que vio su cuerpo en el espejo mientras se vestía, subió el pantalón negro y tomó del perchero la camisa negra, suspiró mirando su abdomen perfectamente marcado músculo a músculo y sin quererlo pensó en todos los hombres que se mataban por lucir de esa manera… Sonrío, tan sensualmente como lo hacía siempre “Perdedores”, pensó con desprecio.
Tomó las llaves del auto y salió de su lujoso departamento en Sunny Isles, Miami. Como siempre lo esperaba un Porsche blanco en la entr...