Finalmente la convencí

La diosa vuelve a despertar

El ascensor era de aquellos que has de poner la tarjeta para poder picar el botón del piso de la habitación.

Estaba nervioso, podía oír y notar los latidos de mi corazón como si fuese un tambor dentro de mi pecho.

Hice la maniobra en silencio, mi cerebro iba muy rápido y no venía a mi cabeza nada coherente que pudiese decir. Ya había hecho uso de toda mi capacidad de conversación trivial y elocuencia en el bar de abajo cuando estuvimos tomando una copa con Carlos.

Me había llevado años ani...