Cerda 28, parte VII
El animal imagina una realidad que no es tal, acabando de la peor forma que pudiera imaginar...
Rutinarios eran sus días últimamente.
Nada extraño, nada fuera de lugar, nada irrelevante ni destacable.
La cerda estaba absorta en sus quehaceres diarios, en sus obligaciones.
Había llegado el día en que no se cuestionaba su vida, su dedicación, su realidad.
Había llegado el día en que lo que hacía a diario era lo más normal del mundo para un animal como ella.
Lejos quedaban ya los recuerdos de antaño, cuando era dueña de su vida, de su persona... ahora ya ni siquiera era pers...