Cerda 28, parte VII

El animal imagina una realidad que no es tal, acabando de la peor forma que pudiera imaginar...

Rutinarios eran sus días últimamente.

Nada extraño, nada fuera de lugar, nada irrelevante ni destacable.

La cerda estaba absorta en sus quehaceres diarios, en sus obligaciones.

Había llegado el día en que no se cuestionaba su vida, su dedicación, su realidad.

Había llegado el día en que lo que hacía a diario era lo más normal del mundo para un animal como ella.

Lejos quedaban ya los recuerdos de antaño, cuando era dueña de su vida, de su persona... ahora ya ni siquiera era pers...

Cerda 28, parte VI

Animal en celo...

Era domigo, un domingo cualquiera, día de relax y sin planes definidos por delante.

Todavía no había amanecido...

Él descansaba en la amplia cama que había en la habitación y la cerda estaba tendida en el suelo, a sus pies.

Él llevaba un slip y una camiseta, el animal estaba desnudo...

La cerda empezó a moverse inquieta... a estirar sus patas en un intento de encontrar la postura correcta que le permitiera seguir durmiendo hasta que amaneciera... se puso a cuatro patas, zarandeó sus...

Cerda 28, parte V

Al animal se le desposee de todas sus propiedades... de forma voluntaria...

La situación del animal era muy precaria... sin acceso al dinero, sin posesiones materiales, sin derecho a decidir... todo se lo había arrebatado Él, o más bien dicho, todo se lo había cedido ella por voluntad propia.

El animal, por pura definición no es inteligente, las cerdas son animales, las cerdas no son inteligentes. Era un simple silogismo de los que se enseñan en cualquier clase de filosofía.

Era sencillo, eran palpable, era latente.

Él le había hecho un buen día unas pregunt...

Cerda 28, parte IV

Los animales también sienten celos... situación provocada expresamente para evaluar la reacción del animal.

La semana había transcurrido tranquila, sin usos ni abusos fuera de lo normal, más bien todo lo contrario, calma, demasiada calma.

La cerda no estaba acostumbrada a este tipo de situaciones, si bien agradecía la calma y la tranquilidad que le ofrecía una semana corriente como la que había tenido, sabía que tras la calma llega la realidad, que no la tempestad.

Ella, como buen animal, necesitaba que la humillaran con frecuencia, que se le recordara cual era su lugar, cual era su realidad para que...

Cerda 28, parte III

El animal es usado y humillado repetidamente de diversas formas y en variadas ocasiones.

Era un día soleado, de los típicos que la primavera ofrecía durante el mes de abril.

El la llamaba “cerda”, “montón de mierda”, “animal”, “puta mierda”, nunca “mi cerda”, “mi animal”, porque no era “su” cerda, no, no le pertenecía, no era de su propiedad, simplemente se limitada a usarla, a abusar de ella, a humillarla cuantas veces le apetecía, como y donde quería y ella se dejaba hacer.

Había sido una decisión propia la que la llevó a esa situación. En ningún momento había sido coaccionada o a...

Cerda 28, parte Ii

Continuación del relato anterior, en donde una cerda es utilizada en lugares públicos y privados. Se aceptan sugerencias, comentarios y ideas de todo tipo, así como insultos, humillaciones y comentarios soeces hacia la que escribe.

Las horas que acontecieron entre la frase “mañana en el mismo lugar, a la misma hora” y el momento en que se dirigieron de nuevo hacia la playa junto al faro se hicieron etermas.

La cerda 28 no pegó ojo en toda la noche.

Muchas fueron las situaciones que pasaron por su mente en relación a la posible interpretación y consecuencia de esas palabras, pero fuera lo que fuese lo que imaginaba, la situación final siempre era la misma, ella, un montón de mierda cualquiera, humillado y vejado sin contemp...

Cerda 28, parte I

Humillación y abuso de un animal entregado y arrastrado.

Estaba oscuro, la cerda 28 estaba atada con una correa sujeta a su collar, de una argolla en el techo del salón. Era una cerda, estaba sucia de los restos de comida de la noche anterior y de restos de semen con los que él había tenido a bien regarla. Su aspecto era asqueroso, no era de extrañar que él no quisiera esa noche compartir cama con ella, ni tan siquiera la hubiese dejado dormir en el suelo, a sus pies.

El aspecto repugnante se acompañaba de un castigo que duraba 24 horas, consistía en que ca...