De acampada (2: Por fin fué mío)
... allí yacíamos los dos desnudos en la orilla, exaustos. ebrios de placer...
allí yacíamos los dos en la orilla, exhaustos, ebrios de placer, el agua acariciaba suavemente nuestras piernas, mientras el reflejo de la luna iluminaba nuestros cuerpos desnudos.
Yo no creía lo que estaba pasando, el hombre al que durante tanto tiempo había deseado, el que tantas y tantas fantasías había despertado en mí, por fin fue mío, aunque solo hubiese sido por unos instantes.
Me levanté y me fui a la tienda, cogí de allí una toalla y una pastilla de jabón, me metí en el agua para q...