El secreto de mi esposa. 2
La confesión de María y su proposición.
Mientras mi mujer farfullaba las increíbles excusas negando aquello que mis propios ojos habían sido testigos minutos antes, decidí darle la oportunidad de que justificase de modo razonable su evidente infidelidad.
— María, no intentes justificar lo injustificable. Mira, hasta podría entender tu manifiesta permisividad –miré su cuerpo desnudo yaciente sobre la cama–. Conozco tu irrefrenable deseo sexual. También qué, quizá no obtengas la merecida recompensa cuando hacemos el amor y que siempre te qued...