Me masturbo en la biblioteca
Inconscientemente empiezo a balancearme suavemente sobre la mesa, haciendo que los pezones me rocen con el filo. El balanceo empieza a ser más constante, más fuerte, y el tanga comienza a mojarse.
Era un día caluroso; no obstante, dentro de la biblioteca podría montarse un iglú. Me acomodo los vaqueros cortos, los cuales no dejan de subirse enseñando más de lo que debería. Arriba llevo un top corto que acentúa aún más el gran tamaño de mis tetas. Aunque venga a la biblioteca, me gusta arreglarme para provocar miradas. Es algo que siempre me ha gustado: llamar la atención. Sin embargo hoy somos pocos los que estamos estudiando y, a simple vista, nadie lo suficientemente interesante.
Intento conc...