La chica del bar.
-¿Podrías ponerme un cortado preciosa?- yo a ti te pongo lo que quieras, pensé, evidentemente solo pude responder con la mejor cara de idiota que me salió.
-Joder niña, menudas ojeras.
-Vaya Manu, las mujeres deben caer rendidas a tus pies- contesté luchando contra un bostezo.
-Muy graciosa, pero no me traigas esa cara a trabajar- dijo Manuel con media sonrisa.
-Pues la que tengo chico, me hicieron sin ganas.
Y se dirigió a su pequeño despacho al son de una sonora carcajada muy característica en el.
Manuel era un gran hombre, no me refiero a físicamente, que también. Me dio trabajo en su pequeño bar hace ya seis meses y cuida de m...