Sigue enfadada conmigo...

Vale, nos lo montamos en el coche, en el aparcamiento de un centro comercial... pero tampoco es para enfadarse.

¿Por dónde me quedé?...

Estábamos en el baño, después de la que cayó, nuestras ropas totalmente empapadas, por no decir de nuestras ricas cervezas inservibles... con lo bueno que estaba. No podía apartar la vista de sus pezones, visibles ahora por su camiseta mojada y cuyo adorno... la novia del pato Donald, muy sugerente... estaba situada estratégicamente entre sus dos tetas pequeñas... pero bien puestas y con esas dos joyas grandes y oscuras, que si mal no recuerdo, en la fiesta de mi amigo......

Eva

le di las gracias... por ser tan cabezona y arrastrarme... hacia los brazos de Eva.

Eva

No pensaba ir, pero mi amiga Marta, que tiene labia para convencer, hasta al mismo diablo de la conveniencia de tener calefacción en su infierno, dio al traste con mis excusas. Mi idea de la diversión no consistía en una excursión a "Las Mesas" (sitio de culto para los domingueros) en guagua, con numerosos renacuajos y otros tantos amantes de la buena música de "gasolinera". Me ponía enferma, sólo pensar, que durante el trayecto cantaríamos el famoso "me gusta la cerveza, me gusta la cerve...

Mi curiosidad

La curiosidad puede originar situaciones inesperadamente... placenteras.

Mi curiosidad

Bien lo decía mi madre, " Gara, las personas curiosas se crean problemas sin necesidad" . ¡Qué razón tenía, la pobre!.

Tenía que ser yo, siempre yo, la que ese día pasara por la calle de los Bancos, justo en el momento que la mujer que iba delante de mí empezara a discutir a gritos.(Era una mujer rara, no podía describirla. Sus movimientos... sus formas...su pelo aleonado. Nunca he visto una combinación de mujer tan... no sé) Ella no dejaba de gesticular con una mano, mie...

En la noche

Ella gemía de placer mientras sus vecinos y yo escuchábamos.

En la noche

Miré por la ventana de mi habitación, que da al patio comunal del edificio donde vivo. Agudicé el oído... efectivamente eran gemidos. Por un momento, mi imaginación voló hacia la posibilidad que la dueña de esos alaridos, fuera víctima de agresión. Me levanté con la intención de llamar a la policía, pero a medida que me acercaba al teléfono volví a oír los lamentos, las súplicas... hasta que caí. Gritos de corrida. Esa mujer no se contenía a la hora de expresar sus sensaciones y yo...