Número 56
Lo que parecía un polvo más se convertió en algo extraordinario.
La noche del cuatro de diciembre me dirigí al número 56 de una céntrica calle de Santa Cruz, por el camino, sin una líbido excesivamente alta, sólo pensaba en pasar un buen rato de sexo, después de deambular por varias calles llegué al número que buscaba, se trataba de una casa señorial de altos techos y de aparente suntuosidad, ante la ausencia de portero alguno empujé la puerta levemente y me adentré. Un pequeño jardín oscuro y siniestro precedía la fachada de la misteriosa casa; al llegar a la puer...